lunes, 14 de enero de 2019

Pavor


Me he enamorado como bestia de la sangre, he maldecido la felicidad por no tenerla así como las hormigas ingratas odian la lluvia de la que viven. Te he visitado tantas veces en mis adoraciones que temo el día en que descubras la inventada vida que cree bailando la canción que confío solo se adaptan a los oídos de nuestros corazones. Y son miles las dudas que me amarran a tener la ansiedad incógnita de los soles oscuros y mojados de lágrimas, son inalcanzables las respuestas que seguramente no llenarán mis vacíos malditos que mi caóticas preguntas que, a veces con sentidos abrumadores y otras veces sin racionalidad, planteo. He agotado la miel de mis ojos escuchando canciones compuesta por tristeza y soledad, he reído de las desgracias mortales de seres desahuciados, he preguntado al vacío esperando respuesta y aún sabiendo que no la habrá, me he decepcionado. Tuve la dicha de amanecer en las pezuñas de la vida, oliendo el hedor de los traseros infectados de materia fecal como consecuencia de este sentimiento. Sentí que siendo una singular en el planeta de soslayo creí serlo todo sin tener mis sueño anteriores a tu llegada. Toqué la suavidad etéril de la abrupta agonía cuando pensé que nada más me sorprendería tristemente. Ahora mírame, idiota, me he convertido en un ciervo esperando que me hagan pedasos para poder alimentarte de mi carne cuando ya no tengas de donde comer, chorreo sangre de mis venas para lavar tus puras manos, aunque mates. Mis malditos pálpitos acordaron indescripriblemente enlazarce con tu respiración que probablemente ni acierte en mirarme, al compás con mis enredados cabellos que bañándose de viento cantaban para ti. Mientes, tu cuerpo miente, conservando la frialdad de tu alma. Haciéndome daño cada vez que despides el beso de un adiós inconsciente. Me he enamorado y no sé lo que significa realmente, tal vez todo, tal vez nada. 

Pavor

Me he enamorado como bestia de la sangre, he maldecido la felicidad por no tenerla así como las hormigas ingratas odian la lluvia de la q...